Es el altar de la familia.
Es ese lugar
donde lo humano y lo divino
se nutren mutuamente
en el darse.
Comunicación
de dimensión profunda.
Ünica.
Aromas, sabores, secretos.
Intuición, anécdotas y sonrisas.
Sonidos insustituibles:
los cubiertos en el plato,
el cristal, las bebidas que servimos,
el crujir del pan fresco
o las tostadas,el "sshhh" de la soda.
Conjuro de voces de todas las edades.
Confidencias en tono bajo,
carcajadas estridentes,
las preguntas, el asombro...
¡La mesa familiar!
tan sublime como el amor,
como las uvas en cognac
que ofrecía mi suegra.
La mesa...
dulzura con sorpresas
¡el sello del hogar!