El silencio de los inocentes...
Decía la Madre Teresa:
"...No hace falta más pan en el mundo, sino hombres inteligentes y equitativos que sepan repartir todo el pan que hay en el mundo..."
Podemos contar las costillas de este hermanito indigente. Las venas, como ríos embravecidos ante la urgencia de continuar alimentando su vida. Emerge el cuello de la clavícula que se empeña en sostener su cabecita.
La debilidad hasta en su mirada que parece pedir auxilio a gritos, aún en su silencio. La dentadura enferma, la piel que cuelga porque no conoce el alimento que necesita. Un mar de angustia esculpe las arrugas de su cuerpo todo.
¡Nosotros tenemos culpas por derrochar el agua y tirar tanta buena comida! ¡nosotros en el derroche de luz! ¡nosotros debemos encontrar, aunque más no sea en el derecho del sufragio, el poder de exigir cambios de raíz.
Tanta gente rica pero sorda, indiferente, tanta maldad ante las necesidades imperiosas de un mundo desequilibrado e injusto.
¡Perdón Hermanito! perdón Dios muestro. Ojalá lleguemos a tiempo de salvar tu alma y tu cuerpo. ¡Ojalá podamos revertir tanta perversidad!
¡Ayúdanos Señor!
El dolor genera respeto. Discreción. Impone cambios.
Cada gota de más de agua que consumas, cada trocito de pan que tires, pensalo dos veces...
Hay mucha gente así en nuestro país, sólo que las autoridades los esconden porque saben que su proceder es sencillamente inhumano, se llenan los bolsillos y dejan morir de ham bre ,porque la tajada que les corresponde, se la quitan.