viernes, 31 de julio de 2009

La caja de botones



Era otro de nuestros juegos preferidos.
Mamá coleccionaba cajas de latas que venían con masitas, caramelos, bombones, tostadas...

Traían en su exterior, dibujos multicolores y adornaban cualquier rincón.

Una de ellas cumplía la función de costurero.

Esa caja por fuera, tenía fondo negro y muchas flores. Allí guardábamos botones, agujas de varias medidas, alfileres de gancho, cintas, el dedal, el centímetro, alguna tijera pequeña...

Como en nuestra infancia no existían los rasti y tantos juguetes como ahora, muchas veces "la lata de botones" era el juego preferido.

Hacíamos trencitos con los botones( pasándoles una hebra de lana por sus orificios), o bien con los carreteles de hilo. O cortábamos flores de paraíso, les sacábamos el pistilo y las enhebrábamos a modo de collares.

Papá y mamá nos enseñaron a contar, restar, dividir, sumar y multiplicar con los botones. A jugar al TA.TE.TI y otras destrezas. Con los botones aprendimos a enhebrar situaciones, a encontrar para cada botón el ojal exclusivo, supimos lo que significa " pertenecer", formar grupos homogéneos y diferentes, pero todos con capacidades útiles, conocimos que en hilera tenemos más espacio y mejor presentación, que en círculo nos vemos todos las caras y podemos sonreirnos mutuamente, como también supimos que donde el botón se prende con el ojal, hay intimidad, tibieza, resguardo y aumenta la fortaleza. Y que si lo abrimos, ventilamos, independizamos y dejamos volar el corazón de los oprimidos.

¡Eran tan lindas nuestras infancias con papá y mamá tan cerquita...! ¡Sus consejos casi al oído mismo, tanta ternura en voz baja, serenos, dulces...!

¡Me cuesta creer tanta inocencia! hoy los niños tienen dos años y encienden computadoras, saben los colores, saben contar al menos hasta diez...

Pero de todos modos, me encantó aquella inocencia maravillosa, pura, tierna.

Sabemos que la computadora activa la inteligencia y se aprovecha mejor la materia gris de los pequeños.

Y aunque reconozco mil bondades de tanta tecnología, viendo lo que pasa hoy con los violadores por internet y tanta cosa absurda y denigrante, a veces pregunto a Dios por qué se perdió aquella creatividad de los juguetes confeccionados por los mismos niños, camioncitos, tractores, a los que les agregaban un peine atado atrás , y hacía las veces de trilladora. Las pistas de autos hechas en la tierra misma, rutas con altibajos de piedras y montañas , arbolitos con ramas arrancadas del jardín de mamá o de los abuelos, charcos imitando lagunas, que los hacían con tapas de frascos rellenitos de agua, tranqueras hachas con palos secos, casas con techos a dos aguas, para los que ocpaban cartón; el juego con las bolitas de vidrio, los de veredas como el tejo, marinero busca trabajo, la estatua, las escondidas, o las figuras armadas y moldeadas en plastilina.

Todo era de madera, piolín, perlas, flores, papeles y cañas finas como los barriletes.

Todo era imaginación, creación, simpleza. Maestros y padres trabajando en perfecta armonía.

Todo enseñaba a arreglarnos con poco, a intentar cambios, colores y formas diferentes, conveniencias...

Enseñaba a crecer con poco y a ese poco disfrutarlo y hacerlo rendir.

Enseñaba a compartir, a equilibrar en su justa medida.
A veces todo se venía abajo y también aprendimos a "volver a empezar".

Aprendimos a ahorrar en alcancías para conocer el sabor del sacrificio, de la perseverancia y la tolerancia. Y supimos que así se lograban cosas mejores.

Se nos enseñaban alternativas para suplir lo que faltaba, antes de ahogarnos en un vaso de agua y sentirnos defraudados.
Conocimos nuestras potencialidades y trabajamos nuestras falencias para crecer y mejorar.

Gozábamos plenamente del sol, el aire libre, y hasta de las lluvias y días nublados: para esos días había otros juegos, como los barquitos de papel que botábamos en las calles inundadas. ¡ Vivíamos, y lo hacíamos con los ojos bien abiertos y los pulmomes colmados de oxígeno, de tanto andar y correr en las veredas y parques!

¡Eran tan largas las mañanas y las tardes...! Mamá, papi, los tíos nos sentaban en sus rodillas y nos hacían ver los brotes de los árboles y plantas en primavera y las ramas peladas en el otoño...abrían frutos para mostrarnos su esencia.
Aprendimos que en el día tenemos tiempo para cada cosa, para levantarnos a horario, como lo hacen las gallinas y otros animales, a servir como el perro y el caballo, a dar y dar como la vaca que nos regala su leche. Hay tiempo para descansar y contemplarlas maravillas del Señor. Hay horas de alimentarse, de compartir, de programar y soñar...tanta diversidad en un solo día...

¡Era tan linda la vida...naturalmente vivida, tan bellamente...que parecían melodías de gratitud al Creador!

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JORGE LUIS BORGES

"...No hay un solo día que no estemos un instante en el paraíso, porque siempre hay algo o alguien, que, con su sola presencia, aliviana la pesadumbre de vivir..."































































































































De Alfonsina...

"...Hielo y más hielo recogí en la vida.
Yo necesito un sol que me disuelva..."

Pobrecita, no reconoció el fuego
del Espíritu, que la habitó siempre,
en su raciocinio, en su fortaleza,
en su ciencia...
¡QUIÉN si no ÉL!







¡Bienvenidos!

De una canción de Baglietto, que hace magistralmente junto al incomparable Lito Vitale, llamada "Y no olvides que un día, tú fuiste sol", me encantó rescatar algunos de sus versos...son maravillosos...

"No dejes de asombrarte
ante un nuevo nacimiento de tu jardín...
no escondas ni la pena ni el dolor...
no saltes en pedazos,
no entregues tu diamante,
no permitas que se pierda tu cosecha...
¡busca la raiz!
Baja hasta tus valles
que éste es tu país,
donde están tus riendas,
tu espuma, tu verdad...
...donde naufragaste, haz crecer mil rosas..."

Lindo, como consigna de una mañana, ¿verdad?