sábado, 22 de agosto de 2009

¡Cosa maravillosa el amor!










Nos sorprende un día,
nos vulnera en un instante.
Nacen los suspiros,
nos sentimos plenos,
nos persuade, nos fortalece,
nos dejamos envolver.
Quiere mostrarse, decirse.
Mediante bondades, ternuras,
sonrisas, lágrimas...
Cambia el pulso, lo agiliza, lo calma.
Baila y retoza el corazón alegre.
Las glándulas regulan,
la circulación equilibra,
el malhumor se escapa,
y todo toma otro rumbo.

Descarta la angustia,
no cede espacios, los gana.
Vitaliza al cuerpo.
Acaricia la felicidad y la impone.
Pero lo grave...
¡lo grave es que CONTAGIA!














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JORGE LUIS BORGES

"...No hay un solo día que no estemos un instante en el paraíso, porque siempre hay algo o alguien, que, con su sola presencia, aliviana la pesadumbre de vivir..."































































































































De Alfonsina...

"...Hielo y más hielo recogí en la vida.
Yo necesito un sol que me disuelva..."

Pobrecita, no reconoció el fuego
del Espíritu, que la habitó siempre,
en su raciocinio, en su fortaleza,
en su ciencia...
¡QUIÉN si no ÉL!







¡Bienvenidos!

De una canción de Baglietto, que hace magistralmente junto al incomparable Lito Vitale, llamada "Y no olvides que un día, tú fuiste sol", me encantó rescatar algunos de sus versos...son maravillosos...

"No dejes de asombrarte
ante un nuevo nacimiento de tu jardín...
no escondas ni la pena ni el dolor...
no saltes en pedazos,
no entregues tu diamante,
no permitas que se pierda tu cosecha...
¡busca la raiz!
Baja hasta tus valles
que éste es tu país,
donde están tus riendas,
tu espuma, tu verdad...
...donde naufragaste, haz crecer mil rosas..."

Lindo, como consigna de una mañana, ¿verdad?