sábado, 12 de septiembre de 2009

¿Dicen que la novela debe morir?...


La novela no puede morir.

Al menos, antes de que me dé el gusto de hacerlos partícipes, de varias que he escrito. No es lo mismo escuchar o ver una novela, que leerla...

Es una elección de disposición de alma...

Es una elección de darme los tiempos, de vestirme con ropa cómoda y apoltronarme en un "rechoncho sillón"... al decir de Octavio Paz.

Es disponer una hamaca paraguaya, entre dos sauces llorones.

o una toalla en la arena tibia de inmensa playa...

¡Por favor! nada más gratificante que organizar ese deleite espiritual.

¿No creen?

Es una elección personalizada. Nos impone otro ritmo, otra mentalidad.

El buen lector, adora el entorno que elige, de acuerdo a lo que le impone su vida, su hogar, su trabajo, el sosiego que ansía después de un baño relajante.

Su bata cómoda, un par de chinelas y la luz que le apetece a sus ojos.

La vitalidad y el misterio que desenvuelve una novela, merece el clima y la serenidad del mejor banquete espiritual.

Ese dejarse estar, en la apertura del alma ávida por disfrutarlo.

Pronto les doy ese placer de la novela, está en la predisposición de ustedes, saber disfrutarla.

Vayan inventándose el placer...

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JORGE LUIS BORGES

"...No hay un solo día que no estemos un instante en el paraíso, porque siempre hay algo o alguien, que, con su sola presencia, aliviana la pesadumbre de vivir..."































































































































De Alfonsina...

"...Hielo y más hielo recogí en la vida.
Yo necesito un sol que me disuelva..."

Pobrecita, no reconoció el fuego
del Espíritu, que la habitó siempre,
en su raciocinio, en su fortaleza,
en su ciencia...
¡QUIÉN si no ÉL!







¡Bienvenidos!

De una canción de Baglietto, que hace magistralmente junto al incomparable Lito Vitale, llamada "Y no olvides que un día, tú fuiste sol", me encantó rescatar algunos de sus versos...son maravillosos...

"No dejes de asombrarte
ante un nuevo nacimiento de tu jardín...
no escondas ni la pena ni el dolor...
no saltes en pedazos,
no entregues tu diamante,
no permitas que se pierda tu cosecha...
¡busca la raiz!
Baja hasta tus valles
que éste es tu país,
donde están tus riendas,
tu espuma, tu verdad...
...donde naufragaste, haz crecer mil rosas..."

Lindo, como consigna de una mañana, ¿verdad?