No lamentarnos ni recluirnos.
La lógica está en encontrar nuestro equilibrio
con acciones positivas.
Recuperar valores.
Ocupar espacios abandonados por omisión,
donde muchos nos necesitan.
Y sentirnos arraigados, en terrenos donde
nos guían las huellas de las sandalias
de Jesús.
Su energía genera cosas buenas en el alma.
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