¡Oh, Cándido papiro!
Tu bonanza es puerto
donde encalla con premura
mi alegría o mi congoja.
Allí veo qué vulnerable soy
cuando el puñal
de los días que padezco
incrusta el filo incisivo de su hoja.
¡pero te puedo, te rebaso, te supero!
con mi brava fe, mi razón y MI ALIMENTO
te devoro en recia paradoja.
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