Es maravilloso, Señor,
seguir la huella diaria,
reconfortante y salvífica
de tu apóstol.
¡Imperturbable!
El abre senderos refrescantes
al alma sedienta de TÍ.
Monólogos concisos y fecundos
de un guardián siempre dispuesto
para cerrar heridas,ofrecer un consejo,
distender el agobio...
El nos invita a recorrer la vida
y a no estancarnos en agonías,
sino redimirnos con TU palabra.
Esa PALABRA que él eleva
enaltece y adapta
a todo el Universo sensible.
Aliciente que moviliza, proyecta, sublima.
Es gratuita, dádiva de Humanidad latente
prendida de Tí y de María,
que cada amanecer predispone a lo divino.
¡Señor, TU lo enviaste y lo habitas!
¡Con él nos fortaleces y alegras!
En su sonrisa está TU PAZ.
¡GRACIAS, BENDÍCELO!
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