¡Allí estabas, después de tanto tiempo
sin vernos...!
Engalanabas el banco de la peatonal
deglutiendo tu lectura
como quien degusta bombones.
Era mi última oportunidad.
Sólo atiné a imitarte
y ocupé un banco cercano.
Quizás alguna calandria
te haría levantar la vista y...
¡Menos de un minuto
duró mi sueño!
Tu sombra en el piso,
delante de mis pies
me dejó sin aliento, inmóvil.
Se aceleró mi corazón.
Tomaste mi libro
que muy distraída, yo leía al revés,
y dijiste muy divertido:
_¡No vale copiar, te vi en la librería!
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