viernes, 25 de septiembre de 2009

¡LUDWING VAN BEEHTOVEN!


¡Oh, Ludwig van Beethoven, tu Quinta Sinfonía.!

¡Cuatro acordes vigorosos!¡ un silencio abismal y otros cuatro acordes...! Toda la maravilla de la música me anegó de pies a cabeza, con la dulzura que pusiste en ella.
Tempestuosa, desafiante, vertiginosa, en suspiros de violines, violoncelos, contrabajos y obóes...
Radiante música con la que tu alma exorcizó el aliento divino.
Si tus oídos no escuchaban, ¿cómo la creaste, sino con tu alma en el Verbo inspirada?
Enérgica, intrépida, avasallante, en ondas centrípetas me hizo suya para inmortalizarme en el asombro.
Como grano de uva, me despojó del racimo de mi cuerpo, para gozarte en soledad interior, entregada.
Halagaste insondable sensibilidad auditiva, anestesiada: elevaste la adrenalina rebosante y colmaste de paz al corazón dormido.
Cerré los ojos para verte mejor con mi espíritu, tal como pintado por Rodin, que en su relato dijo: “...exuberante cabellera de león, ojos inteligentes de fuerte mirada, ensoñados movimientos, como si volaras entre nubes, gozando íntimamente la inspiración: esa que en l893, en un cuaderno de apuntes bosquejaste en do menor, con secuencia sobre la base del esquema de tres negras y una blanca con puntillo; y en lo alto de la página titulaste “LA QUINTA SINFONIA”...”
¡Y te vi! consubstanciado con cada nota, tal como si las tuvieras encarnadas y te costara desprenderte de ellas, con emoción.
Remolinos de infantes recuerdos atenazaron mi garganta cuando evoqué a mi abuelo, egregia imagen musical de la familia, que imprimió en nosotros, con ternura inolvidable y sonrisa en sus labios, tu desenfrenado ritmo de corceles andante y alegro; megáfono mediante, en la galería de mosaicos blancos y negros de su casona. ¡Como uva, exudé mis lágrimas! Y en el desgarrante epílogo, inmóvil y absorta, en el silencio del instante vacío, supe una vez más, que sin vos... ¡ Estoy muerta en vida!

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JORGE LUIS BORGES

"...No hay un solo día que no estemos un instante en el paraíso, porque siempre hay algo o alguien, que, con su sola presencia, aliviana la pesadumbre de vivir..."































































































































De Alfonsina...

"...Hielo y más hielo recogí en la vida.
Yo necesito un sol que me disuelva..."

Pobrecita, no reconoció el fuego
del Espíritu, que la habitó siempre,
en su raciocinio, en su fortaleza,
en su ciencia...
¡QUIÉN si no ÉL!







¡Bienvenidos!

De una canción de Baglietto, que hace magistralmente junto al incomparable Lito Vitale, llamada "Y no olvides que un día, tú fuiste sol", me encantó rescatar algunos de sus versos...son maravillosos...

"No dejes de asombrarte
ante un nuevo nacimiento de tu jardín...
no escondas ni la pena ni el dolor...
no saltes en pedazos,
no entregues tu diamante,
no permitas que se pierda tu cosecha...
¡busca la raiz!
Baja hasta tus valles
que éste es tu país,
donde están tus riendas,
tu espuma, tu verdad...
...donde naufragaste, haz crecer mil rosas..."

Lindo, como consigna de una mañana, ¿verdad?