¡Buen día! en mi ciudad, una bellísima mañana de primavera.
Hoy saludamos especialmente a nuestro Ángel custodio. Mi ángel es una angelita, a la que le puse un nombre hermoso. A ella acudo a cada momento, para solicitarle que me asista.
Desde el mismo día de nuestra concepción, Dios Padre nos da un Ángel para protegernos de todo mal.
¡Nadie como él, conoce nuestras dudas, nuestras alegrías y pesares, nuestras miserias y virtudes!
Él sabe nuestros tiempos, nuestra disponibilidad. Conoce nuestra inconstancia y lo mucho que pecamos y ofendemos a Dios.
Es nuestro guía, nuestro maestro, el defensor más poderoso y el corazón más compasivo.
Amémoslo y pidamos al Padre la gracia suprema de amarlo y servirlo fielmente en esta vida y poseerlo eternamente en la gloria. Amén.-
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