¡Te amo con el silencio
más que con la palabra!
y donde mis labios sufren,
triunfa mi soledad!
Te busco en los crepúsculos
y en las madrugadas.
Te escribo sobre el alma
y en el sol.
Te sueño velero
en el ancho mar.
¡Te amo en el silencio
más que en las palabras
porque donde hay silencio,
comienza el manantial!
más que con la palabra!
y donde mis labios sufren,
triunfa mi soledad!
Te busco en los crepúsculos
y en las madrugadas.
Te escribo sobre el alma
y en el sol.
Te sueño velero
en el ancho mar.
¡Te amo en el silencio
más que en las palabras
porque donde hay silencio,
comienza el manantial!
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Esa maravilla pertenece
al decir de Alfonso Barrera Balverde.
¡Una transparente elocuencia!
¡Lo que puede el amor, ¿verdad?
La última estrofa me encanta. Amo el silencio y él se siente cómodo en mí. Nos compensamos equitativamente. Nos fecundamos, porque el silencio hace crecer en mi espíritu, sentimientos vibrantes. Y yo hago que él fertilice con lo que le aporto. Cuando culmina nuestro encuentro, ambos hemos crecido y proliferado en ramas diversas.
¡Es que en el silencio nos habla el Padre amoroso! y nos asiste con SU ESPIRITU. Él nos provee de armas para elongar nuestra medida humana, hasta lo increíble.
Muchas veces el insomnio golpea las puertitas de mis párpados y sin permiso, entra. Me levanto, me siento delante del teclado cibernético, (por cambiarle el nombre a la computadora, ¡ella feliz1!) y el silencio que rodea mi casa, trae de puntillas una enorme bolsa de hilos plateados, brillantes,con mensajes sublimes; ellos logran que mis dedos y mi mente hilvanen, lo que luego ustedes leen. Según dicen... cae bien.
De modo que suelo agradecer al señor insomnio su gentil servicio. Al amigo silencio, su honesta serenidad para la inspiración y al Espíritu Santo, MI REY, endilgo todas mis palabras concomitantes. Sí, todo es obra de EL ( si es bueno).
Besitos.- Buenas noches- Hoy parece que el señor insomnio quedó lejos, ¡me duermo! Chaucito.
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